El garaje clásico de la Familia Jiménez Pérez

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Hoy nos abre su garaje a los lectores de la revista AutoFoto Don Sergio Jiménez, su esposa Doña Mª Teresa Pérez y su hijo Don Francisco Miguel JP. No solo descubriremos una interesante colección de coches clásicos y antiguos, sino también una trayectoria y dedicación al mundo del motor, tanto profesional como personal.


Después de fotografiar cada uno de sus coches detenidamente y ver tantos diplomas, trofeos y recuerdos de cada uno de ellos, hice lo posible para tomar nota de manera rápida sin perder detalle de todas las historias y anécdotas. Fue tarea imposible relatarlas todas y transmitir la pasión con la me fueron contadas, por lo que pido perdón de antemano a esta familia que tan amablemente me brindó la oportunidad de husmear un poco en esta sana afición, que excepcionalmente es compartida por todos ellos.

Como hay que empezar por alguien lo haré por Don Sergio, que desde siempre fue un gran aficionado a la mecánica, enfocando su vida profesional a la ingeniería técnica industrial. A principios de los años 60 se hace con un Chevrolet Roaster Eagle TF-4779 de 1933, utilizándolo con sus amigos en las fiestas del carnaval  Tinerfeño (anteriormente llamadas fiestas de invierno), y dándose cuenta poco tiempo después de que era una reliquia que había que restaurar, tardando 4 años en dejarlo en su estado actual: insertando sus colores originales tras recopilar los historiales de cuando salió de fábrica, ahí es nada.

Luego vendría un MB 190 SL de 1961, rematriculado en Tenerife en 1969, el cual compro hace más de 30 años de una manera muy arriesgada, pues me cuenta que solo cargó en un camión un chasis con algo que parecía un motor, algunas planchas muy oxidadas y unas cajas con algunos hierros, tornillos y poco más. Unos años más tarde esa cosa, después de una integral restauración con piezas originales, terminaría siendo lo que muestran las fotos: uno de los pocos que van quedando de las 25.881 unidades del W121 IIB construidos desde 1955 al 63, respetando incluso sus colores tanto de chapa como de tapicería.

Para los coches que vienen a continuación es muy importante destacar (me aconseja y asesora D. Sergio que lo haga) la importante labor de D. Manuel Jesús Antón Rdez., destacado conocedor del coche clásico e impulsor del interés del coleccionismo en la isla, visitador de las más importantes ferias en el extranjero e incluso pionero en la importación para Tenerife y Canarias en general, de vehículos para su posterior venta, siendo los que vienen a continuación importados por el Sr. Antón, de ahí esta significativa nota aclaratoria que pretendo honre su memoria.

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Dicho esto, continuamos con un Chevrolet Confederate matriculado en 1932, de los poquísimos que se fabricaron con la particularidad de tener -a excepción del parabrisas- solo 3 ventanas, pues la mayoría venían con 5 (dos curvas a los lados), importado de USA en un impecable estado de conservación, y rematriculado con placa Histórica en 2010, siendo su propietaria  Doña Mª Teresa, incondicional aficionada a los clásicos y antiguos, que desde que tiene uso de razón recuerda entrañablemente los coches que hubo en su casa, ya que su padre fue un profesional del volante.

D. Francisco Miguel continúa con la tradición familiar, pues me cuenta que desde muy temprana edad acompañaba a sus padres a todos los eventos del motor, incluso como espectador de rallyes de regularidad en los que su padre participaba. Francisco es amigo y conocido por todos los que tienen algo que ver con los clásicos, al igual que su padre socio de los más veteranos clubs de Tenerife, y como no podía ser menos, me enseña dos maravillosos coches que a continuación detallo.

Uno de ellos es otro Chevrolet Confederate Sedan Victoria de 1932, carrozado por Fisher, importado y premiado en USA a la mejor restauración en el año 2001, el cual adquirió y matriculó como histórico en 2007.

Su última adquisición, hace algo más de dos años, es un elegante Buick 66 Coupe 8cl. de 1932, carrocería Fisher, también matriculado como histórico; un distinguido y escaso modelo y de los más vendidos de la época, con su particular y simpático sillón plegable trasero, de los llamados “ahí te pudras”, con su singular portillo lateral donde los señores de la época guardaban palos de Golf, que anecdóticamente este los trajo incluido al importarlo de América (y por cierto parecen muy antiguos).

Como decía al principio, son muchas las historias de esta colección de coches familiar, de la que someramente he hecho un pequeño resumen, pero se quedan muchas más en el tintero. Solo me queda dar las gracias por abrirnos las puertas de su garaje clásico a todos los lectores del Magazine de AutoFoto, y dedicarme  un poco de su tiempo.

Os dejamos más abajo una amplia galería de imágenes

Texto y fotos: Lorenzo Suárez Dorta

         

                        

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